Hilaire Duverson, de 21 años, dice que no vio lo que ocurrió con los bebés porque pasó el viaje prácticamente inconsciente del hambre y la sed. Pero confirmó que al salir de Haití había bebés en la embarcación y al llegar a Cabo Rojo ya no estaban. (Xavier J. Araujo)
Las decenas de hombres, mujeres y niños se acomodaron como pudieron en la frágil embarcación de madera y, con el motor zumbando como una abeja cansada en lo profundo de la madrugada, emprendieron la ruta al amparo de las tinieblas.
Cabe destacar que el viaje se produjo el 28 de febrero.
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